
domingo, 6 de diciembre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
jueves, 9 de julio de 2009
2007 - El sastre David / David, the tailor



Peter F. Neumeyer
Profesor emérito, Universidad del Estado de San Diego.
Profesor emérito, Universidad del Estado de San Diego.
---
David the Tailor For her father, in Poland, in the 1930's, the “elements” of tailoring defined a sort of “aesthetic dance,” Sara Neumeyer tells us in this beautiful photo essay honoring his memory. Sparely and powerfully, Neumeyer explores this aesthetic of tailoring which, like ancient geometry, is rendered on almost every photo page with lines delineating patterns and with numbers. The numbers on a tape measure, as objective as numbers always are, are superimposed upon a loving and deeply personal evocation of her father’s daily tools: a coal-heated iron, scissors, or a mightily enlarged thimble placed against a contrasting fabric, impressing on us that every one of these objects carries a symbolic meaning far beyond itself. The digital art book opens with a striking frontal depiction of a little brown coat with red piping made for little Sara, and closes with that same coat, humorously and fittingly viewed from the back. Above all, these artfully photoshopped images are an homage to a father, an artisan, a craftsman who, by the tone and quality of the illustrations, is placed within the early years of this century, but whose skill and love transcend a specific place or time.
Peter F. Neumeyer
Professor emeritus, San Diego State University
2007 - Niños del Tiempo / Children of Time



Peter F. Neumeyer
Profesor emérito, Universidad del Estado de San Diego.
---
Children of Time - The twelve artfully enhanced snapshots of children playing, singing, having friendly exchanges, or pathetically abandoned in an orphanage, all say more than their intervening thematic titles suggest. Each photograph is superimposed upon a whole or partial map of Poland, with remarkable sensitivity to the expressiveness of light and shadows, and with a striking illusion of depth. This is the space, this is the time past (just before the German invasion), out of which these children appear. And each photograph, by its technically edgy enlargement, suggests to us now a fragile and fleeting reality of an era just on the brink of memory. What became of these children, and where did they go in a time and in a land of exiles, these illustrations ask of the viewer. We perhaps recognize Sara Neumeyer herself in several of the pictures, and thank her for evocative portraits from a specific locale and from an era that forever changed our world.
Peter F. Neumeyer
Peter F. Neumeyer
Professor emeritus, San Diego State University
2006 - Comentario de Horacio Zabala



Certificados de presencias
...las piedras dicen algo, el viento dice,
la ventana iluminada y el árbol solo de la esquina dicen,
todo está diciendo algo,
no esto que digo sino otra cosa,
siempre otra cosa, la misma cosa que nunca se dice.
...las piedras dicen algo, el viento dice,
la ventana iluminada y el árbol solo de la esquina dicen,
todo está diciendo algo,
no esto que digo sino otra cosa,
siempre otra cosa, la misma cosa que nunca se dice.
Octavio Paz
Los antecedentes más lejanos de la manipulación digital de la imágen se encuentran en el fotomontaje, inventado por Oscar Rejlander en 1857 y el collage, creado por Georges Braque y Pablo Picasso hacia 1912. Estos dos artistas integraron a una pintura de caballete algo no pictórico. La idea de encolar y ensamblar un elemento cualquiera de la realidad exterior a la obra, sus posteriores y múltiples variantes, se extiendió a campos como el grabado y la escultura, la literatura y la música, el cine y el video, etc. Esta inclusión creó una apertura ilimitada con consecuencias sólo comparables con la invención de la perspectiva en el siglo XV.
Entre los artistas contemporáneos que se valen de la digitalización, se encuentra Sara Neumeyer. En sus obras recientes, aunque utilice imágenes gráficas y fotográficas, es evidente su formación pictórica. Sus obras podrían ser demostraciones de la tésis de Luis Felipe Noé cuando afirma que “el arte llamado pintura es el arte de la imagen más allá del procedimiento que se utilice para lograrla”. La artista utiliza secuencias y capas de imágenes de orígenes diversos para conformar sus alusiones a la memoria social y afectiva, al pasado reciente y lejano.
En el Calafate, a orillas del Lago Argentino, se encuentran las Cuevas del Gualicho, célebres por sus paredes con imágenes prehistóricas. Sara Neumeyer tomó una serie de fotografías que no fueron pensadas como una documentación sobre las imágenes rupestres ni como un típico recuerdo turístico, sino como la “materia prima” que después será manipulada y transformada mediante el proceso de digitalización. Esta serie de fotografías constituyen el anteproyecto de la obra realizada en 2005 cuyo título es El alma de las sombras.
La artista eligió el encuadre y el instante oportuno de las fotografías. Su intención fué que los cuerpos de quienes contemplaban las representaciones y signos de la pared rocosa proyectaran sobre la misma sus propias sombras. En el trabajo de digitalización posterior se iluminaron, atenuaron y agregaron detalles, se despojaron, reiteraron y realzaron tanto las figuras (las sombras) como los fondos (la rugosidad de la roca, las inscripciones rupestres). La continuidad de la pared se interrumpió por el efecto de la proyección de las sombras de personas: ante nosotros, éstas constituyen una suerte de certificados de presencias de los que contemplaron, de espaldas al ojo de la cámara, el testimonio dejado por nuestra prehistoria. Aparece, de esta manera, un equilibrio inestable entre dos presencias simultáneas: el aquí y ahora (el presente inmediato) y el aquí y antes (el pasado remoto).
Sara Neumeyer realiza también en el mismo año el libro Los niños del tiempo. En esta obra, también con tecnología digital, incursiona en un lugar y tiempo precisos, esto es, la ciudad de Varsovia antes de la Segunda Guerra Mundial. La artista explora, selecciona y pone en relación tres tipos de imágenes: fotografías de niños en primer plano, de la vida urbana en general y reproducciones del mapa político de Polonia de la misma época. Con esta documentación lleva a cabo un “collage electrónico” que hace visible la atmósfera sociocultural poco tiempo antes de los trágicos advenimientos en su país natal. La transparencia de las imágenes y la monocromía de sus diferentes tonalidades evaporan la distancia entre lo que contemplamos y nuestra conciencia. Viajamos por ciudades y rutas desconocidas sin riesgo de confusiones ni pérdidas: las páginas de este libro orientan nuestra manera de sentir y pensar.
La tecnología digital es un medio seguro que se utiliza para evadirnos del mundo, pero también para volver a él. El alma de las sombras y Los niños del tiempo son, cada uno a su manera, libros que integran y evocan experiencias que son, a la vez, individuales y colectivas, existenciales e históricas. Son libros cuyas imágenes se reflejan unas a otras y nos convocan para que contemplándolas, dialoguemos con nosotros mismos.
Entre los artistas contemporáneos que se valen de la digitalización, se encuentra Sara Neumeyer. En sus obras recientes, aunque utilice imágenes gráficas y fotográficas, es evidente su formación pictórica. Sus obras podrían ser demostraciones de la tésis de Luis Felipe Noé cuando afirma que “el arte llamado pintura es el arte de la imagen más allá del procedimiento que se utilice para lograrla”. La artista utiliza secuencias y capas de imágenes de orígenes diversos para conformar sus alusiones a la memoria social y afectiva, al pasado reciente y lejano.
En el Calafate, a orillas del Lago Argentino, se encuentran las Cuevas del Gualicho, célebres por sus paredes con imágenes prehistóricas. Sara Neumeyer tomó una serie de fotografías que no fueron pensadas como una documentación sobre las imágenes rupestres ni como un típico recuerdo turístico, sino como la “materia prima” que después será manipulada y transformada mediante el proceso de digitalización. Esta serie de fotografías constituyen el anteproyecto de la obra realizada en 2005 cuyo título es El alma de las sombras.
La artista eligió el encuadre y el instante oportuno de las fotografías. Su intención fué que los cuerpos de quienes contemplaban las representaciones y signos de la pared rocosa proyectaran sobre la misma sus propias sombras. En el trabajo de digitalización posterior se iluminaron, atenuaron y agregaron detalles, se despojaron, reiteraron y realzaron tanto las figuras (las sombras) como los fondos (la rugosidad de la roca, las inscripciones rupestres). La continuidad de la pared se interrumpió por el efecto de la proyección de las sombras de personas: ante nosotros, éstas constituyen una suerte de certificados de presencias de los que contemplaron, de espaldas al ojo de la cámara, el testimonio dejado por nuestra prehistoria. Aparece, de esta manera, un equilibrio inestable entre dos presencias simultáneas: el aquí y ahora (el presente inmediato) y el aquí y antes (el pasado remoto).
Sara Neumeyer realiza también en el mismo año el libro Los niños del tiempo. En esta obra, también con tecnología digital, incursiona en un lugar y tiempo precisos, esto es, la ciudad de Varsovia antes de la Segunda Guerra Mundial. La artista explora, selecciona y pone en relación tres tipos de imágenes: fotografías de niños en primer plano, de la vida urbana en general y reproducciones del mapa político de Polonia de la misma época. Con esta documentación lleva a cabo un “collage electrónico” que hace visible la atmósfera sociocultural poco tiempo antes de los trágicos advenimientos en su país natal. La transparencia de las imágenes y la monocromía de sus diferentes tonalidades evaporan la distancia entre lo que contemplamos y nuestra conciencia. Viajamos por ciudades y rutas desconocidas sin riesgo de confusiones ni pérdidas: las páginas de este libro orientan nuestra manera de sentir y pensar.
La tecnología digital es un medio seguro que se utiliza para evadirnos del mundo, pero también para volver a él. El alma de las sombras y Los niños del tiempo son, cada uno a su manera, libros que integran y evocan experiencias que son, a la vez, individuales y colectivas, existenciales e históricas. Son libros cuyas imágenes se reflejan unas a otras y nos convocan para que contemplándolas, dialoguemos con nosotros mismos.
Horacio Zabala
verano de 2006.
verano de 2006.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)